Una mota de polvo en el universo

Eso soy.

 

Hay gente que se empeña en creer que sin ella la tierra no daría vueltas (salvo que seas terraplanista).

 

Yo no.

 

Te cuento algo de esta minúscula mota de polvo por si tienes curiosidad.

Me gusta utilizar la escritura persuasiva, escribir de forma distinta.

 

Si quieres destacar, debes provocar.

 

 

Provocar, no insultar.

 

 

Soy tímido, aunque menos que a los 20. Por eso no pongo fotos mías.

 

 

Bueno, por eso y porque soy menos guapo que a los 20.

 

 

A los 20 era resultón, la verdad. Tímido, no ciego.

 

 

Y sé reconocer que, a pesar de que físicamente no he cambiado mucho, no sé por qué, pero la cara te cambia.

 

 

Vamos, que no me veo bien en las fotos.

 

 

Tímido es porque a esa edad, las chicas me parecían seres de otra galaxia.

 

 

Por ello, doy fe de que hay vida inteligente más allá de este planeta.

 

 

 

 

 

Llevo gafas.

 

 

Desde los 13 para ver de lejos.

 

 

Desde los 48 para ver de cerca.

 

 

Para ver del medio, de momento, no.

 

 

Mi caso es peculiar porque cuando estoy delante del ordenador, me pongo ambas gafas, las de lejos y encima las de cerca. Un show.

 

 

 

 

 

Pero no te hagas ilusiones, no me verás con ellas en las vistas telemáticas, sólo me verás más cerca de la pantalla.

 

 

Porque si llevo las dos gafas, pueden pasar dos cosas:

 

 

Una. Que el juez se parta la caja, le caigamos bien y nos apruebe (o sea, nos dicte una buena sentencia).

 

 

Dos. Que piense que soy un pintas.

 

 

Mejor no arriesgar.

 

 

 

 

 

No me gustan los días de invierno soleados, el sol me molesta a la vista, me obliga a poner ojos de asiático y eso me provoca patas de gallo en los ojos. Y no me gustan los gallos.

 

 

El frío se combate mejor que el calor, lo de los 40 grados a la sombra, para los lagartos.

 

 

Supongo que es porque nací en noviembre.

 

 

Los de Valladolid tenemos una fórmula que no falla, más famosa incluso que la de la teoría de la relatividad de Einstein:

 

 

Vl + Nv = Na

 

 

O sea, Valladolid + noviembre = niebla asegurada.

 

 

De hecho, cuando nací, lo primero que me enseñaron no fue a mi madre, fue la niebla.

 

“Total, la vas a ver más”, me dijeron.

 

 

 

 

Me gustan los automóviles. La humanidad inventó la rueda para poder inventar el coche. Eso sí, eléctrico. Y si lo vas a comparar con un electrodoméstico, por favor, sé original, que no sea una lavadora.

 

 

 

 

Soy más de rock. Odio el reggaetón, no entiendo cómo le puede gustar a la gente y su existencia me confirma que la raza humana se va a extinguir.

 

 

Sin remedio…

 

 

No me gustan las cenas copiosas ni comer hasta reventar. Si lo hago, la sangre abandona mi cerebro y se va al estómago para echarle un cable. Y sin sangre, mi cerebro no funciona bien. Conclusión: me vuelvo tonto, torpe y patán.

 

 

De hecho, cuando salía con mis amigos de cena allá por el triásico, optaba por irme a casa antes de ponerles en un apuro.

 

 

Salir en nochevieja para mí era una tortura.

 

Eso me lleva a mencionar 2 ventajas y 7 desventajas de salir en Nochevieja.

 

 

Ventajas:

 

Los amigos.

Las chicas.

 

Desventajas:

 

El frío.

La modorra de la cena.

El tabaco (fumaras o no, yo no lo hacía).

Los borrachos.

La clavada del cotillón.

 

 

 

 

 

 

Y, a partir del 2000, el ost… que nos dieron al bolsillo con la subida del precio de las copas con la excusa del euro.

 

 

Lo dicho.

 

 

7 a 2.

 

Y, aun así, uno salía.

 

 

 

Lo que prueba que el ser humano no es inteligente.

 

Con lo cual, ya tenemos dos motivos para extinguirnos:

 

El reggaetón.

Y la nochevieja.

 

 

Si tengo que elegir entre comer y dormir…elijo dormir.

 

Porque mientras duermo…

 

No paso frío.

No noto la modorra.

No fumo pero, si lo hiciera, daría igual porque, de momento, nadie ha logrado fumar mientras duerme.

No tengo borrachos al lado.

Y es gratis.

 

 

 

Bien, esto es parte.  Si has conseguido llegar hasta aquí, enhorabuena, lo tuyo tiene mérito.

 

Y si, además de llegar hasta aquí, quieres hablar conmigo puedes hacerlo por teléfono, correo, señales de humo, código morse, lo que quieras.

 

 

Conoce un poco más acerca de mí.

Soy de Valladolid y tengo más de cuarenta años.

¿Cómo llegué a ser procurador a tiempo completo?

Por mi hijo mayor.

Pero antes de eso…

Creo que es mejor ser honesto.

Esta web es para ofrecerte mis servicios como procurador, es lógico, vivo de ello y si no lo ofrezco, nadie contratará mis servicios y no podré ganar dinero.

Y todos queremos ganar dinero.

El dinero es libertad.

Estamos de acuerdo, ¿verdad?

Lo estamos.

Esto es lo que hago.

Bueno, lo típico de un procurador, pensarás.

Cierto y hago muchas cosas más pero si las pusiera aquí…

Esto no sería una página web sino las instrucciones de un acelerador de partículas.

Yo no conseguiría mi objetivo de que te enteraras de lo que hago.

Y tú acabarías más aburrido que en una ponencia de la Real Academia de la Lengua (no te culpo, a mí me pasaría igual).

Bien.

Volvamos a lo de mi hijo (tengo otro más pequeño).

Cuando nació yo trabajaba en la empresa familiar, tenía “cierta” flexibilidad, pero básicamente tenía el horario de cualquier trabajador.

Desde que nació, mi hijo ha necesitado a personas que le ayudaran (logopedas, pedagogas, un padre-taxista para llevarle de un sitio a otro -ahí entro yo-).

Con lo cual apareció el problema: los horarios.

Por entonces, año 2008, yo ya me había colegiado como procurador, pero apenas le dedicaba tiempo, era como Patrick Swayze en Ghost, estaba ahí pero nadie me veía.

La situación era cada vez más difícil, tenía dos trabajos y no estaba en ninguno.

Necesitaba organizar mi tiempo como yo quisiera para ocuparme de mi hijo y no podía.

Un día dije: se acabó.

Y aposté todo al negro (por lo de las togas).

Dejé la empresa familiar y empecé de cero.

Cuando tienes ya una familia, resetear es duro, pero me venía genial para ocuparme de mi hijo.

“Letrado, dos minutos para conclusiones” (que diría su señoría).

Pues eso, que termino.

Como diría Gomaespuma, soy una “persona humana” de gustos sencillos.

Soy tímido, aunque menos que a los 20. Las chicas me parecían seres de otra galaxia. Por ello, doy fe de que hay vida inteligente más allá de este planeta.

Me gusta pasar una tarde lluviosa en casa con mi familia viendo una película y comiendo pizza.

¡¡¡Qué original!!!

Me encantan las tormentas.

Bueno, ahora no sé si las llaman así, ciclogénesis explosivas o qué…

Con lo fácil que es decir la borrasca de toda la vida. Qué forma de complicar las cosas.

Eso me recuerda a cuando ibas a un examen a la facultad y no tenías ni idea de una pregunta, en vez de dejarla en blanco, echabas mano de la facultad que se ha dado al ser humano, la imaginación y metías dos folios de puro humo con la esperanza de que el cerebro del profesor, al ver tanta letra junta sin sentido, se enajenara y te aprobara.

O sea, lo complicabas.

No colaba, claro.

Pero oye, lo contento que salías del examen…

Luego ibas al tablón y… ¡zasca!

Pero se ve que a mucha gente le debía gustar hacer eso de hablar sin decir nada porque algunos se dedican a ello como profesión.

Van de vez en cuando a un sitio que se llama Congreso de los Diputados.

Muchas veces lo único que tienen que hacer es elegir entre un botón que dice «SÍ» y otro que dice «NO» y ni así aciertan.

¿Te imaginas que en un botón pusiera «SÍ» y en otro «FIN DEL MUNDO»…?

¡¡Qué risas!!

Ya lo decía el agente Smith en Matrix: “El ser humano es un virus para este planeta”.

Lo que pasa es que, como en la naturaleza, hay virus y virus.

Y el de los políticos es de los peores.

En fin…

No me gustan los días de invierno soleados, el sol me molesta a la vista.

Soy de los que opino que el frío se combate mejor que el calor, lo de los 40 grados a la sombra, para los lagartos.

Supongo que es porque nací en noviembre.

Los de Valladolid tenemos una fórmula que no falla, más famosa incluso que la de la teoría de la relatividad de Einstein:

Vl + Nv = Na

O sea, Valladolid + noviembre = niebla asegurada.

De hecho, cuando nací, lo primero que me enseñaron no fue a mi madre, fue la niebla.

Me gusta respirar oxígeno.

Vaya cosa, dirás.

Pues sí, pero en las ciudades, a veces se mezcla con ciertos gases que salen de ciertos tubos y no es muy agradable.

Me gustan los coches.

La humanidad inventó la rueda para poder inventar el coche.

Pero sólo los eléctricos, ya sabes, esos que permiten respirar en las ciudades O2.

Me gustan los clásicos, Springsteen, Pink Floyd, U2.

Mis hijos insisten en que les ponga los 40 cuando vamos en el coche que básicamente es a la buena música lo que McDonald’s es a la buena comida. Se me entiende, ¿no?

“Ya maduraréis”, les digo.

Bien, esta es mi biografía, autorizada por mí mismo.

Si después de leer este ladrillo, te sigue interesando hablar conmigo para que colaboremos, dale al botón de abajo y te llamaré o te escribiré; lo que más rabia te dé.

error: Content is protected !!