Veréis.

 

Ahora que los Reyes Magos deben andar ya cerca de su casa, hablaré de juguetes.

 

 

 

Yo de pequeño era un niño de la calle.

 

Como la mayoría de mi generación.

 

Estaba todo el día jugando fuera de casa.

 

Cuando no estaba con el balón, estaba con la bici y cuando no, estaba jugando al escondite, civiles y ladrones y esas cosas.

 

 

 

 

No tenía Nintendo, Playstation, Facebook, Instagram, Tik tok, Twitter y todas esas chorradas.

 

Bueno, la Nintendo Switch, vale.

 

Tampoco tenía piscina como ahora tienen muchos, pero la verdad es que no la echaba de menos aunque reconozco que el día que iba era un festival.

 

Eso sí, tenía un Amstrad CPC 464. De esos que tenía que esperar 20 minutos para que cargaran los juegos.

 

Con monitor verde.

 

Y teclado en colores.

 

Que digo yo que lo podían haber hecho al revés.                                             

 

Teclado verde.                                                                            (2)

 

Y monitor en colores.

 

Y el Out Run de la máquina recreativa sin el cual mis actuales conexiones neuronales no existirían.  

 

Ya sabes.

 

El del Ferrari Testarrosa.

 

Y la música más pegadiza que el slime.

 

 

 

 

Y tuve como la mayoría de los niños, un Scalectric.

 

Juguete sobrevalorado.

 

Dicho coloquialmente, un coñazo.

 

El coche estaba más tiempo fuera de la pista que dentro.

 

Yo creo que si alguien hubiera inventado un trabajo de colocador de coches de Scalectric, se habría forrado porque mucha gente hubiera pagado para que alguien le colocara cada vez que se salía.

 

Al coche, no a él.

 

La billetera del “colocador” lo habría agradecido.

 

Su espalda, no tanto.

 

 

 

 

Y es que me hace gracia cuando algún probador de coches dice:                     

 

-Este coche parece de Scalectric, va sobre raíles.

 

¿En serio?

 

¿En serio quieres que tu futuro coche sea como uno de Scalectric?

 

¿En serio quieres que se salga de la carretera cada dos metros…?

 

¿En serio…?                                                                                         (3)

 

 

 

 

 

Puestos a compararlo y ya que hablas de raíles, compáralo con un tren, que se salen pero menos.

 

Por no hablar de montarlo.

 

Ojo que si lo montas para poder tenerlo ahí ya montadito, vale.

 

Pero como cada vez que quieras jugar tengas que montarlo y desmontarlo…

 

 

 

 

A mí mis padres cuando me querían castigar me mandaban montar el Scalectric.

 

¿Te imaginas teniendo que montar el lego cada vez que quieres jugar con él?

 

 

 

En fin.                                                                                                                      

 

Que yo era más de Ibertren.                                                                           

 

Aunque nunca tuve uno.

 

Pero me hubiera encantado tener una mesa de 5 metros donde meter túneles.

 

Puentes.

 

Talgos.

 

Estaciones.

 

Montañas.                                                                                             (4)

 

Algún político inaugurando una vía…

 

 

 

Si eres de mi generación, me entenderás.

 

Y entenderás que, si ahora tuviera 10 años y me dieran a elegir entre una tarde en bici con mis amigos o el Scalectric, elegiría lo primero.

 

 

 

Aunque reconozco que es mil veces mejor que el Instagram o toda esta porquería.

 

 

 

Exprime el día.

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