Veréis.
Hace poco tuve que hablar con un juzgado.
Lo normal para aquellos que nos dedicamos a esto.
Le pedía un poco más de plazo para aportar un poder.
-Funcionario: Imposible, los plazos están para cumplirlos.
-Yo: Pero es que mi cliente tiene dos bebés y no puede ir hasta el juzgado para hacer el poder, le queda lejos y no tiene con quien dejarlos.
-Funcionario: Ha dicho la LAJ que no.
-Yo: Vale, Vale!!!
Esta conversación encierra una lección que lo mismo a los abogados y los procuradores altos, bajos, guapos, feos, rubios o castaños nos viene muy bien.
Más que nada para saber a quién tenemos enfrente.
Aunque no siempre, por suerte.
Siempre hay gente con un poco más de empatía.
O sea, capacidad para ponerse en la piel de otro ser humano o no humano pero con patas y manos.
En el mundo judicial, está muy de moda lo de “consejos vendo que para mí no tengo”
Vamos, básicamente lo que viene haciendo nuestro “amado” presidente.
Si, si, ese que piensa que gracias a él se produjo el Big Bang.
Esa explosión que produjo lo que hoy conocemos como universo.
Lo digo por si alguien ha estado en una cueva los últimos 13.700 millones de años.
En fin.
Consejos vendo que para mí no tengo.
O dicho de otra forma.
-Yo: Señoría es que no ha dictado usted la sentencia en el plazo que marca la ley.
-Juez: Disculpa…?
-Yo: No, nada, nada…
Esto mismo vale para el inicio de los juicios.
-Yo: Disculpe señoría, ¿sería posible que hubiera empezado el juicio a la hora señalada, es que tengo otro después y, sino, no llego?
-Juez: Lo sé Sr. Letrado pero es que vengo de tomar café.
-Yo (pienso): ¿Cómo que lo sé?, o sea, no me haces ni p… caso y encima vas de adivino.
Vale, ya sabemos que en todos sitios cuecen habas.
Pero es que las que se cuecen en los juzgados, a veces, son muy grandes.