El otro día me he enterado que a una de mis sobrinas de 11 años la han mandado hacer un trabajo en casa.
Y ese trabajo es…
Atención
¡¡¡UNA PIRAGUA!!!
¿Una piragua?
Si, una piragua.
Recuerdo cuando a mí me mandaban hacer un bote para las pinturas con pinzas y un rollo de papel higiénico.
La vida era más sencilla y, por lo visto, esa sencillez también se trasladaba a los trabajos escolares caseros.
Por lo visto, su profesora debe ser una persona supermegahiperactiva, tiene 4 hijos y como el ser supremo la bendijo con días de 48 horas en vez de 24 como el resto de los mortales, se debe pensar que también son 48 para el resto de la humanidad.
A eso le sumamos supongo su marido, alguna que otra mascota como un perro, un gato, dos docenas de hámsteres, 5 jaulas de pájaros y 3 peceras con sus correspondientes peces.
Pensó también en adoptar un dinosaurio, pero en la tienda de animales le dijeron que no tenían, que se habían extinguido.
-“Pregunta a Spielberg a ver si te puede ayudar”. Le sugirieron.
Todo esto me lleva a pensar que esto de los colegios se nos escapa de las manos por varios motivos:
Primero, la evaluación continua.
Me parto cuando llegan y les dicen a los chicos:
-“La semana que viene tendremos los exámenes”
Y yo me pregunto entonces, ¿los exámenes que tienen fuera de esa semana, qué son, un experimento científico?
Segundo, los trabajos.
Se supone que los trabajos son para que los hagan los alumnos.
Pero todos sabemos que al final se da la vuelta a la tortilla y no son los padres los que echan un cable a los hijos sino los hijos los que echan un cable a los padres.
Y para ejemplo…la piragua.
Y tercero, las fiestas, puentes y acueductos (o más bien, la ausencia de ellos para los padres).
Sé que habrá de todo y que habrá padres que puedan largarse los fines de semana.
Pero también sé que parece que a los profesores les toca la moral que se te pase por la cabeza largarte un puente con tu familia a pasar esos días.
Que nadie se ofenda, sé que no es así, pero a veces, lo parece.
Porque el nivel de deberes y exámenes que hay justo después de un puente, acueducto, viaducto o cualquier otro tipo de construcción ideada por un ingeniero es directamente proporcional a las ganas que tienes de mandarlo todo a tomar por donde acaba la espalda.
Y ya para terminar y poniéndome un poco más serio, lo que menos me gusta de la educación, aparte de que se enseñan muchas cosas que no valen para nada y no se enseñan otras que valen para todo, es que se trate a los niños como si fueran adultos desde muy pequeños.
Cuando en realidad lo que deberían enseñarnos a muchos adultos, entre los que me incluyo, es a ser más como los niños.
Y pondré un ejemplo:
¿Cuánto le dura un cabreo a un niño?
¿Y cuánto le dura a un adulto?
Piénsalo.